Desde la era agrícola, las vías respiratorias humanas han disminuido de tamaño, lo que ha llevado a una mayor dependencia de la respiración por la boca en lugar de la respiración nasal. Sin embargo, nuestras fosas nasales están diseñadas para ser la vía principal para respirar, ya que el flujo de aire nasal permite una oxigenación más eficiente. Esto resulta en una disminución de la frecuencia cardíaca, una mejor variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) y una reducción de las necesidades de ingesta de aire. Respirar por la nariz activa el nervio vago, promoviendo un estado parasimpático (tranquilo), por lo que las personas que respiran por la boca a menudo experimentan mayor ansiedad y problemas de salud mental.

Además, las fosas nasales contienen vellos que filtran virus y partículas extrañas, una función que está ausente en la respiración por la boca.

La respiración por la boca sirve como un respaldo durante resfriados y alergias, pero nunca se pretendió que fuera el canal principal. Este cambio ha contribuido a una epidemia de mala respiración, resultando en tasas aumentadas de apnea del sueño, problemas respiratorios y enfermedades relacionadas con el estilo de vida, todo comenzando con el ronquido.